Un gobierno turbio

Escribe: Gustavo Antúnez.

Uno de los problemas más difíciles y menos discutido de estos años es cómo desentrañar y exponer el esquema conceptual e ideológico de las derechas coaligadas, para que la gente lo conozca y tomar acciones que sean efectivamente operativas para transformar la realidad. El tema es relevante porque, habida cuenta de nuestros problemas, mientras sigamos obsesionados poniendo recursos y energías para atacar los síntomas, perdemos de vista las causas fundamentales que los provocan y aún consiguiendo una respuesta que puede parecer satisfactoria en lo inmediato, el mal original sigue presente, y tarde o temprano nos va a complicar la vida.

Pongamos por ejemplo el tema de la inseguridad. Creo que está bastante claro que casi la totalidad de la ciudadanía está muy preocupada por los problemas de la inseguridad nuestra de cada día, las diferentes manifestaciones de violencias y la comprobada incapacidad de nuestras autoridades para intervenir de manera apropiada, establecer procedimientos de prevención e implementar acciones eficaces en la persecución del delito; la gente necesita respuestas eficaces ahora, pero la verdad es que hoy ni siquiera puede presentar una denuncia. Esta es la parte evidente del asunto, de la que todas y todos podemos afirmar que así es.

Frente a un problema que lejos de mejorar se sigue agravando todos los días, la respuesta del elenco gobernante sigue siendo la misma que vienen aplicando desde hace cinco años y que sigue fracasando con total éxito. La ideología de “vivir sin miedo” reforzada por el capítulo de seguridad de la Ley de urgente consideración y la perimida pretensión de imponer la autoridad por el simple uso de la fuerza, termina generando el ambiente propicio para la proliferación de todo lo que se quiere reprimir. Es más, en un proceso de incremento de la violencia institucional y con la cárcel como única respuesta, la violencia se instala como un patrón de conducta que no deja de multiplicarse.

Es así como un problema de altísima complejidad que se nutre, entre otras cosas, de la descomposición social producto de las políticas que generan desigualdad, queda reducido a un asunto meramente policial, de ejercicio de la autoridad y el uso de la fuerza legítima del Estado. Olvidando que cuando llega el momento de aplicar la represión, es porque antes, a lo largo de mucho tiempo muchas cosas fallaron. Y este es lamentablemente el legado de estos años de gobierno multicolor; una polítca económica fallida, una política de seguridad desastrosa, una política social vergonzosa y todo eso redunda en un país que ha perdido posiciones en todos los frentes y que si no cambia su futuro queda sometido a conjetura.

Los uruguayos no se entregan. Hace unos días en el ciclo de entrevistas que hace la Asociación de la Prensa, Carolina Cosse dijo esta frase que me pareció inmejorable para explicitar lo que nos sucede aquí y ahora, y para encarar las necesarias transformaciones. Para cambiar esta realidad hará falta algo más que represión; necesitamos un esfuerzo deliberado y consistente a largo plazo, orientado hacia la integración social, con criterios de justicia y construcción de desarrollo humano. Necesitamos empezar ya mismo, cada quien en la medida de sus capacidades y posibilidades, en conjunto en todo momento y lugar, un proceso de resiliencia que nos permita reparar lo que fue roto, recuperar lo perdido, restablecer lo que no debimos abandonar y tender una mano a las y los que necesitan.

Definitivamente necesitamos un movimiento contra la marea neoliberal/conservadora, un contraproyecto integral capaz de oponerse y superar al modelo de las derechas coaligadas. Un proceso de resiliencia supone levantarnos para recorrer caminos que nadie anduvo, a pensar ideas que nadie ha pensado, porque al fin y al cabo, no se trata de hacer más de lo mismo solo que un poco mejor; tenemos que superar y dejar atrás este período lamentable de corrupción, frivolidad y abandono para recuperar la dignidad y la honradez en el gobierno y así poder construir otro futuro con los millones de mujeres y hombres que con esfuerzo y sacrificio pelean todos los días procurando una vida mejor.

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En otras palabras

Nunca en casi 40 años de democracia tuvimos un gobierno tan retrógrada y oscurantista como el actual.
Nunca como ahora un gobierno estuvo plagado de delincuentes, impostores, charlatanes, pederastas, mercachifles y vulgares rastrillos; nunca vimos tanta gente lamentable ensoberbecida por el poder.
Nunca un Poder Ejecutivo ocultó a sabiendas información al Parlamento y a sus legisladores. Es la primera vez en la historia que diputados y senadores tienen que usar el mecanismo de acceso a la información pública para conocer las acciones del gobierno.
Nunca un Poder Ejecutivo conspiró para mentir ante el Parlamento y más aún, nunca los gobernantes se confabularon para interferir en una investigación de la justicia y mucho menos destruyeron documentos probatorios, parte de un expediente de investigación.
Nunca un gobierno estableció una asociación para delinquir en la mismísima casa de gobierno.
Hace ya mucho tiempo que el gobierno apretaba a periodistas y en alianza con las empresas manipulaba la información y a la opinión pública. Por no mencionar los favores y la transferencia de decenas de millones de dólares a los empresarios amigos y cómplices del modelo retardatario.
Nunca un gobierno ninguneó y avasalló a la oposición como lo viene haciendo, sin escrúpulos, el artefacto multicolor.
Y nunca un gobierno mintió tanto a la ciudadanía de una manera tan descarada como lo hace este.
Nosotros cometimos errores, es cierto. Pero nada parecido a este grado de descomposición. No podemos cambiar lo sucedido, pero estamos obligados a hacer otro futuro; y por lo que hemos visto, si aceptamos sin preguntar el “contrato con los uruguayos” , no tendremos otros resultados.

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Aquí y Ahora

Al terminar abril, “si las elecciones fueran hoy”, 43% de los uruguayos dijo que se inclinaría por el Frente Amplio, 29% por el partido Nacional, 7% por el partido Colorado, 3% por Cabildo Abierto, 2% por otros partidos, 4% dijo que votaría en blanco o anulado, y 12% se manifestó indeciso.
Si se compara el Frente Amplio con la suma de los partidos de la Coalición Multicolor, el resultado en abril es una diferencia favorable al Frente Amplio de 4 puntos (43% a 39%).
Los resultados comparados con la medición anterior muestran pocas variaciones. El Frente Amplio pasa de 42% a 43%, el partido Nacional de 27% a 29%, el partido Colorado se mantiene en 7%, y Cabildo Abierto pasa de 4% a 3%. 
Los resultados comparados con la medición anterior muestran pocas variaciones. El Frente Amplio pasa de 42% a 43%, el partido Nacional de 27% a 29%, el partido Colorado se mantiene en 7%, y Cabildo Abierto pasa de 4% a 3%. 
En términos de bloque, la diferencia permanece incambiada (42% a 38% en febrero, 43% a 39% en abril).
En una mirada de mediano plazo, desde finales de 2022 el Frente Amplio ha logrado mantenerse en niveles por encima del 40%. La coalición Multicolor se ha movido en los últimos tiempos en una franja levemente por debajo del 40%. Entre los partidos de la coalición se mantiene la preferencia mayoritaria por el partido Nacional y, en el último año, se ha visto al partido Colorado sostenidamente por encima (aunque con poco margen) de Cabildo Abierto.
¿Cuánto pueden decirnos los datos actuales sobre lo que podría ser el resultado en la primera vuelta de octubre? Mucho, desde el punto de vista de las grandes magnitudes. Poco, desde la “sintonía fina”, y de un eventual pronóstico sobre el ganador. Es muy probable que el escenario electoral actual muestre un final con dos bloques competitivos de tamaño similar. No parece que vaya a repetirse el escenario de primera vuelta de 2019, con 15 puntos de diferencia de la coalición Multicolor sobre el Frente Amplio. Pero aún falta tiempo para poder visualizar los detalles más finos. Hay un 12% que hoy no tiene inclinación por ningún partido e incluso dentro de quienes sí tienen simpatías partidarias, hay una parte importante cuya inclinación no es firme y que podría llegar a variar.

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