Escribe: Gustavo Antúnez.
Hoy empiezo un tríptico de notas dedicado a las elecciones y en especial a lo que estamos viviendo de cara al ya inminente 30J, la primera estación del ciclo electoral 2024-2025, y para ser consecuente con el marco conceptual, referencial y operativo de Utopía, me propongo alejarme de la comidilla cotidiana, para leer adentro de los acontecimientos. El tema de esta nota es una mirada a la derecha líquida, ¡gracias prof. Bauman! El viernes 21 quiero hablar de Futuros posibles y el viernes 28, A cambiar la realidad. Adicionalmente en la noche del domingo 30 tendremos un especial con información, reflexión e ideas para otro futuro en común.
A falta de quince días para las elecciones internas tenemos que admitir que el nivel del debate político en el espacio público es muy decepcionante, la farándula de la derecha líquida interpreta su papel en escena, pero una vez que se apagan las luces lo que queda es un vacío que no se puede ocultar. En realidad es la aplicación del manual de la política como espectáculo, del show mediático como principio y fin del tratamiento de la cosa pública y de los asuntos que son de todas y todos. La política reducida a un episodio de un vulgar programa de infoteinment. El portentoso imaginario de las y los dirigentes y militantes multicolores alimenta con fantasías el discurso y los recursos argumentativos de quienes se meten en la discusión política, pero lo preocupante es que toda esa cháchara y fuegos de artificio están huecos, hacen ruido y ocupan espacio pero en el fondo no dicen nada.
No tienen nada para decir, de movida no tienen nada para defender, no hay obras, no hay realizaciones, no hay logros; lo único que vemos es al candidato neoherrerista diciendo obviedades y luego una serie de personajes insignificantes que no tienen nada para aportar. Y peor aún, no tienen nada para proponer, la pura agitación no genera nada nuevo, reproduce y acelera lo ya existente, más de lo mismo, razón por la cual una vez que termina la acción del estímulo uno se mira las manos y están vacías, entonces nos dirán, esto es lo que hay, no existe alternativa; pero eso es una de las peores patrañas de la derecha neoliberal/conservadora. La derecha líquida se mueve en un espacio sin memoria y sin historia, se aprovecha de los atributos de este tiempo desconfigurado: la volatilidad, la virtualidad y el vacío en soledad. El pasado y el futuro son prescindibles, solo importa el presente perpetuo.
En el fondo y aunque no lo parezca, la derecha líquida prospera en la nueva normalidad, que a la postre no tiene nada que ver con los virus, sino con ese ambiente saturado por los sentimientos de inseguridad y el miedo a la pérdida y el fracaso, porque mientras las mujeres y los hombres lidian como pueden con la incertidumbre, la inseguridad y la vulnerabilidad, se quedan sin tiempo ni energías para encarar los problemas en conjunto con las y los otros que sobrellevan en soledad los mismos padecimientos. Así en ese marasmo de individuos atomizados y aislados, las y los poderosos, los malla oro, pueden imponer sus condiciones sin encontrar la menor resistencia, y en la práctica, llevarse las ganancias, beneficios y oportunidades dejando a la mayoría en una disputa feroz y perdida de antemano por lo que queda.
No obstante, la derecha líquida proclama que el Frente Amplio no tiene credibilidad, entonces nos habla de la mejora en seguridad pública porque hay menos denuncias de delitos, mientras todos el país reclama por la inseguridad nuestra de cada día. Y promociona el éxito de su política económica, con 200.000 desempleados, medio millón de trabajadoras y trabajadores con salarios de hambre, casi 200.000 jubilados con la miserable jubilación mínima, con números de pobreza y precariedad que son impresentables. Nunca estuvimos mejor que ahora, lo que pasa es que la jodida izquierda no quiere reconocer los resultados de la gestión. Definitivamente hay algo que anda mal.
La derecha líquida ya sabe que es difícil que pueda ganar las próximas elecciones y por eso se empeña en un desaforado intento de copar todos los espacios y se carga a las instituciones, las reglas de convivencia y hasta el principio de realidad; solo pretende imponerse por insistencia y por abuso ya que les falta la razón. Por todo esto y mucho más de lo que hemos hablado tantas veces, es necesario tomarnos el espacio y el tiempo para hablar y reflexionar en conjunto, se trata de una actitud de resistencia, porque a cada instante nos jugamos la capacidad de ser o quedar sometidos al control del poder. Pero hay temas de los que no quieren ni escuchar y por lo tanto actúan como si no hubiera pasado nada, si hay una palabra que debemos repetir hasta el cansancio como una consigna, es diálogo. Para desmontar el mecanismo de distracción y de confusión necesitamos recuperar la capacidad de diálogo e interacción cara a cara. El aparato de poder de la derecha líquida pone mucho empeño en incidir en la construcción y deconstrucción de subjetividades, es un viejo sistema de dominación, de manera que necesitamos renovar y promover nuevas formas de vivir los vínculos, nuevas formas de ser y estar como sujetos sociales complejos en una realidad adversa que nos proponemos transformar. Tenemos mucho trabajo por hacer.
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