Escribe: Gustavo Antúnez.
Lamento mucho la decisión de Mario Bergara de dejar la contienda por la candidatura del Frente Amplio, desde luego que entiendo las razones políticas y hasta puedo compartir humanamente, afectivamente su posición. Es obvio que en el escenario presente tanto Mario como Andrés tienen pocas posibilidades de ser elegidos, pero, ambos representan a sectores importantes de personas con sus posiciones, sentimientos y convicciones que merecen su representación. De última será la gente la que decida esa es la lógica de nuestro sistema electoral. Como dijo Rodolfo Nin Novoa en la radio, en buen latín “alea jacta est” así que solo nos queda seguir adelante.
La verdad es que no es changa ser candidato en este proceso electoral, aparte de las exigencias naturales de la carrera presidencial, vivimos un momento difícil en lo que tiene que ver con la política. Hay mucha gente que no está de humor para escuchar discursos llenos de promesas que luego no se cumplen, ni para poner alegría y compromiso habiendo tantas dificultades que superar todos los días. Si lo miramos con calma y actitud crítica, tenemos que admitir que más allá de los espacios militantes de cada partido, en los lugares de la vida cotidiana la mayor parte de personas no parece estar muy interesada en las discusiones del mundo de la política, al menos en lo que es visible en el show mediático o aparece en el espacio público. Y no es para menos.
El oficialismo nos ofrece un espectáculo lamentable desde la pobreza inocultable del candidato neoherrerista Álvaro Delgado, pasando por el mamarracho a varias voces de los colorados, hasta llegar a los insignificantes estertores de cabildantes e independientes. A fuerza de ser sincero tengo que decir que la otrora potente coalición multicolor se ha convertido en un cachivache impresentable. En ese escenario las y los candidatos multicolores salen a mostrarse y hablar como si no hubiera pasado nada, como si no tuvieran nada que explicar, entonces la gran mayoría que no lo puede creer, mejor se dedica a sus asuntos.
De manera que en las actuales circunstancias, la responsabilidad por hacer una práctica política responsable y relevante, por hacer que el esfuerzo valga la pena reposa íntegramente sobre las espaldas de las y los candidatos, dirigentes, legisladores, miltantes y técnicos del Frente Amplio y del vasto campo de las organizaciones sociales y políticas que le son afines. Y esto los ubica en un lugar de enorme exigencia, porque la verdad es que no alcanza con las señales de unidad, ni con la alegría y la esperanza de la militancia. El país y la gente están exhaustos y lo que reclaman, aunque no lo digan en voz alta, es una propuesta y un proyecto de futuro en el que puedan confiar.
Tres desafíos para lo inmediato
El primer desafío es lograr que la gente vaya a votar el domingo 30 de junio. Pero no me refiero al espacio de las y los militantes que seguramente lo van a hacer, sino a ese vasto sector de personas que no participan normalmente en actividades políticas pero hoy su voz y su voto es de importancia crucial. El punto es que muchas y muchos de ellos no lo viven de esa manera, es más, en esta instancia que no es obligatoria, prefieren dejar la oportunidad en manos de las y los militantes de los partidos quienes sí están involucrados en todos los detalles de la contienda.
El segundo desafío es tratar de que esas mujeres y esos hombres reflexionen, que puedan discernir la importancia y la seriedad de la situación que vivimos luego de estos años de retrocesos, de pérdidas y de corruptelas como no veíamos desde hace muchos años. En este punto es necesario establecer en la conversación pública un sentido de urgencia que nos permita confrontar a los mecanismos de distracción y banalización que promueve la derecha.
Y el tercer desafío es llegar a través del diálogo y la persuación a la convicción de que a la luz de todo lo vivido, es necesario que el próximo gobierno sea conducido por una mujer o un hombre del Frente Amplio. Lo más probable es que haya una mayor parte de personas que no se convertirán en frenteamplistas, desde ya que todas y todos son bienvenidos, pero no se trata de una campaña de afiliación, en realidad procuramos ponernos de acuerdo en algunos temas importantes para que con su apoyo podamos llevar adelante.
Esta tarea de encuentro y diálogo no se puede hacer por televisión y tampoco por redes sociales, no se trata de costosa propaganda ni de actos multitudinarios. Todo eso será necesario pero no es suficiente. Lo que importa aquí y ahora en este tiempo tan digital, tan virtual dominado por lo inmediato es restablecer el vínculo interpersonal, mano a mano, cara a cara a través de miles o decenas de miles de actos políticos en todo tiempo y lugar. Para hablar de lo que tenemos para decir y para escuchar todo lo que nos tienen que decir y es posible que en muchos casos podamos entendernos y hasta ponernos de acuerdo. Tenemos entre manos un verdadero trabajo de hormiga, que requiere el esfuerzo de miles, cientos de miles, pero que puede con tiempo y dedicación hacer transformaciones que hoy no podemos imaginar.
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